El reto “Charlie Charlie” invadió las redes sociales a finales de mayo. Se trataba, en apariencia, de un ritual al estilo “ouija”, por el que ciertas personas invocaban a un espíritu del más allá, que les respondía “sí” o “no” a cualquier pregunta. En cuestión de horas, se hizo viral, y miles de noticias sobre él aparecieron por Internet, despertando la inquietud de unos y la curiosidad de otros. Pero lo cierto es que detrás de este “ritual” se escondía mucho más…
Y es que todo formaba parte de una estrategia publicitaria de Warner Bros para promocionar su próxima película de terror, “La horca”. Después de ver cómo se había expandido por las redes, la productora lanzó el tráiler de la película, dejando al descubierto el pequeño juego publicitario en el que nos habíamos visto envueltos.
Este es solo un ejemplo reciente de este modo de hacer publicidad. Hace unos años, Banco Gallego ya llevó a cabo una campaña de manera similar: una serie de spots mostraban al futbolista Fernando Torres con distintos amigos suyos, cada uno con un empleo distinto. Durante semanas, los espectadores vieron estos anuncios en televisión y la intriga aumentó entre ellos, al no saber de qué trataban realmente. Poco después, la publicidad de la entidad desentrañó el misterio: todo giraba en torno a la promoción del nuevo “Depósito Amigo” que el banco vendía.
Esta estrategia, consistente en atraer la atención del público sin descubrir el producto final hasta pasado un tiempo, generando en el consumidor un cierto grado de incertidumbre y curiosidad, suele dar lugar a campañas muy originales. Con ella se consigue algo tan difícil como es crear expectación, y el consumidor no se siente tan agobiado por la publicidad.
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