Lo que distingue a los seres humanos de las máquinas son las emociones: en nuestro interior se mueven sentimientos que no son impasibles ante el paso de la vida. Por muy racionales que seamos, nos movemos muchas veces por nuestras sensaciones e impulsos.
Las marcas buscan cubrir nuestras necesidades, y una garantía de éxito es apelar directamente a nuestras emociones. De esta manera, se centran en su lado emotivo en lugar del comercial, intentando hacernos ver las sensaciones y/o emociones que podemos experimentar gracias a ellos. Este es el conocido “marketing emocional” o “publicidad emocional”.
Coca Cola es el mejor ejemplo: es una empresa de refrescos, pero sus anuncios siempre apelan a la “felicidad” que buscamos en la vida, que “Coca-Cola quiere darte”. Tales son sus esfuerzos que hasta crearon el “Instituto de la felicidad”. De hecho, Coca-Cola siempre ha promovido iniciativas por y para la sociedad, posicionándose como “mucho más que su producto”.
En la campaña del Concurso Jóvenes Talentos de Relato Corto, un niño le preguntaba a su madre “Mamá, ¿tú crees que me quitarán el premio si se enteran de que no me gusta la Coca-Cola?”. Un anuncio cuyo mensaje se traduce en “lo importante es tu felicidad, no nuestro producto”.
Loterías y Apuestas del Estado se apuntó a esta moda en su última campaña, los famosos anuncios del bar de Antonio. Bajo el eslogan “lo importante es compartir” se mostraban historias cotidianas en las que se recreaban sentimientos de soledad o impotencia que quedaban transformados en felicidad y esperanza, gracias a la Lotería.
Las marcas deportivas también han hecho uso de este tipo de marketing. La campaña de Nike, “Risk Everything”, muestra a Cristiano Ronaldo, Wayne Rooney y Neymar Jr, jugadores de fútbol famosos, y el apoyo de la afición. Estos jugadores lo arriesgan todo con ese impulso, y triunfan, al igual que cualquiera puede hacer con la marca.
El marketing emocional es cada vez más común, ya que es muy efectivo: las personas se mueven por los sentimientos encontrados por esas campañas y compran más, pensando en las emociones y no tanto en la necesidad. Además, las marcas, al conectar con su público a un nivel emocional y mostrar una cierta empatía, establecen con ellos una relación más duradera y fiable.